Hola a todos.
Hay días, en los que uno se para a pensar en lo que le deparará el futuro, en lo que ha sido su pasado, y en lo que está viviendo en este mismo instante. Hoy es un día de esos.
Mientras estaba tumbado tomando el sol en la piscina, con los ojos cerrados iba pensado en mis entrenos, en todo el camino que me queda por recorrer para poder acabar un Ironman. Son muchos los entrenos y las carreras que voy a sumar y eso me da miedo. Tengo ese miedo a pensar en qué sera de mí al llegar ese momento. ¿Estaré preparado?,¿habrá asuntos en mi vida personal que me lo impidan?,¿tendré alguna lesión? No lo sé, lo único que sé es que va a ser un largo camino. Un camino en el que cada vez que, como hoy, me pongo a pensar, se me pone la piel de gallina, y si pienso en el hipotético caso de llegar a cruzar la meta casi que me emociono.
Y es que un Ironman no es «moco de pavo». Supone un esfuezo paquidérmico, no sólo el día de la carrera, si no todo lo que conlleva su preparación. Aún no he competido en nada por el estilo, pero para mí, después de tanto tiempo dañando mi cuerpo a base de tabaco, cruzar la línea de cualquier carrera de corta, media o larga distancia. es como para echarse a llorar. Por que me vienen a la mente muchos recuerdos buenos, y pienso en quién he sido, quién soy a hora y quién voy a volver a ser. Recuerdos como cuando jugaba a tenis, que en educación física si había que dar diez vueltas al recinto en diez minutos, yo dí doce. También en tenis, cuando recogí mi trofeo por haber ganado a todos mis compañeros del club, y muchos más recuerdos que hacen que me sea más fácil seguir adelante en esos momentos de incertidumbre, en esos momentos de reflexión.
Sé que algunos piensan que esto ya se me pasará, que es sólo un arrebato que me ha dado, pero son los mismos que poco hicieron para ayudarme a dejar de fumar. Los mismos que pensaban que no iba a superar una oposición después de un año de clase, cinco horas seguidas, un día a la semana. Estos no me preocupan.
Los que me preocupan son los que me decían: Javi, tienes que dejar de fumar, y que ahora me dicen con una sonrisa en la cara: no te pegues estas palizas, ¡que te va a dar algo!. O los que me animan a seguir adelante, o simplemente les apetece acompañarme en algún entreno, carrera, etc. A estos es a los que me preocupa decepcionar. Me preocupa que llegado el momento, me quede atrás y no pueda hacer lo que he prometido. Pero es ese miedo, esa preocupación la que a la vez me llena de presión. Es como si me hiciera correr más rápido, entrenar mejor, en definitiva es cómo si me ayudara a hacer más llevadera la transición de fumador a triatleta.
Mientras tanto, seguiré con ese miedo. Y pensaré en casos que me llenan de moral como el de una chica, llamémosla X. Que de tanto verme con la bicicleta, de tanto explicarle yo mis «películas» deportivas, que si la superación personal, el trabajar el cuerpo y la mente etc, la he motivado hasta tal punto que a sus treinta y tantos ha sido capaz de llamar a sus sobrinos, y decirles de manera contundente: ¡quiero aprender a ir en bici!. Y así fué, les llamó, la enseñaron, y ahora sabe andar sobre dos ruedas. Le queda mejorar la técnica, los giros, la posición, pero…¿y qué? Yo me quedo con la barrera que ha sido capaz de superar, según ella gracias a mí, y según yo, gracias a ella. Todo reside en las ganas que uno tenga. Ella tuvo ganas, y ahora sabe ir en bicicleta y estoy seguro de que se siente pletórica. Es para mí una IronWoman.
Ahora, sigamos adelante que el camino es largo, un camino que nos convertirá en hombres de hierro a todos.
¡VAMOS!

Javier Raduá
27/8/2010
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